tag:blogger.com,1999:blog-20118932800622305482024-03-13T06:58:18.068-03:00Co-razón.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.comBlogger179125tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-5897097150842810642017-10-04T18:54:00.000-03:002019-05-20T18:55:30.743-04:004/10Tengo la manía o de esperar que las cosas cumplan su plazo, quizás por flojera o tal vez por el romanticismo de que todo marchará como reloj.<br />
<br />
Hago la hora, espero que sean las 12:30, espero un llamado que me resolverá las dudas sobre el auto, las compras y qué hacer mañana. Será un largo día, hoy y mañana, realizando mil trámites y postergando lo ineludible, lo realmente importante. Es necesario volver a la eficiencia.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-12268059909359531972017-06-29T13:43:00.000-04:002017-06-29T13:44:43.172-04:00Llorar a lágrima vivaAyer recordé a mi tío, sus ensaladas enormes con ajo: tomate con ajo, repollo con ajo, apio con ajo. Ajo con ajo. Él se fue hace 4 años de este mundo, pero dejó sus sabores aquí, también su risa, su bigote sucio con ají, sus dientes perdidos, su devoción, sus "mi reina".<br />
<br />
A veces el día a día no nos permite detenernos; en esos casos, si algo nos emociona, solemos botar un par de lágrimas que no son más que un triste recordatorio de que vivimos una vida que no queremos vivir, que somos aquello que juramos no ser. Hoy me lo reprocho.<br />
<br />
Ayer se me cayó una lágrima, iba camino al trabajo, no podía permitirme más; hoy lo recuerdo y aún contengo la emoción.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /><iframe width="320" height="266" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/1ZCp0RHy-gk/0.jpg" src="https://www.youtube.com/embed/1ZCp0RHy-gk?feature=player_embedded" frameborder="0" allowfullscreen></iframe></div>
<br />
<br />Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-52102772143076122282015-03-09T21:50:00.000-03:002015-03-09T21:50:24.642-03:00Desde un veintinueveDesde un veintinueve un pedacito de nuestra alma se fragmentó, para unirse al infinito mar del polvo; desde ese veintinueve que moras en mi corazón, apareciendo con tu bigote y sonrisa incompleta, tu olor a cigarro y risa pegajosa, tus ganas de porotos, ajo y pebre, tu cariño y compañía infinita.<br />
<br />
Desde otro veintinueve que encontré en el suelo de la vida un nuevo trozo de alma, con el cual darle sentido a mis días y a toda la vida que me queda por vivir; desde ese veintinueve que hay una luz nueva en la casa, una risa que nos reúne cuando creíamos todo roto.<br />
<br />
Desde hace varios veintinueves que te extraño, pero desde hace otros veintinueve que volviste a nosotros.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-83132337114582563892014-02-14T21:06:00.000-03:002015-03-09T21:40:02.652-03:00De artesanías y amor<i>El amor es un poder activo en el hombre</i>, un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los demás; el amor lo capacita para superar su sentimiento de aislamiento y separatidad, y no obstantes le permite ser él mismo, mantener su integridad. En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos.<br />
<br />
En el ejercicio de un afecto activo, el hombre es libre, es el amo de su
afecto; en el afecto pasivo, el hombre se ve impulsado, es objeto de
motivaciones de las que no se percata (…) el amor es una acción,
la práctica de un poder humano, que sólo puede realizarse en la
libertad y jamás como resultado de una compulsión.<br />
<br />
El amor es una actividad, no un afecto pasivo; es un «estar
continuado», no un «súbito arranque». En el
sentido más general, puede describirse el carácter activo del amor
afirmando que es fundamentalmente <i>dar</i>, no recibir.
<br />
<br />
¿Qué es dar? Por simple que parezca la respuesta, está en realidad plena de ambigüedades y complejidades. El malentendido más común consiste en suponer que dar significa «renunciar» a algo, privarse de algo, sacrificarse.<br />
<br />
Para el carácter productivo, dar posee un significado totalmente distinto: constituye la más alta expresión de mi potencia. En el acto mismo de dar, experimento mi fuerza, mi riqueza, mi poder. Tal experiencia de vitalidad y potencia exaltadas me llena de dicha. Me experimento a mí mismo como desbordante, pródigo, vivo, y, por tanto, dichoso. Dar produce más felicidad que recibir, no porque sea una privación, sino porque en el acto de dar está la expresión de mi vitalidad.<br />
<br />
¿Qué
le da una persona a otra? Da de sí misma, de lo más precioso que
tiene, de su propia vida. Ello no significa necesariamente que
sacrifica su vida por la otra, sino que da lo que está vivo en él
-da de su alegría, de su interés, de su comprensión, de su
conocimiento, de su humor, de su tristeza-, de todas las expresiones
y manifestaciones de lo que está vivo en él. Al dar así de su
vida, enriquece a la otra persona, realza el sentimiento de vida de
la otra al exaltar el suyo propio. No da con el fin de recibir; dar
es de por sí una dicha exquisita. Pero, al dar, no puede dejar de
llevar a la vida algo en la otra persona, y eso que nace a la vida se
refleja a su vez sobre ella; cuando da verdaderamente, no puede dejar
de recibir lo que se le da a cambio. Dar implica hacer de la otra
persona un dador, y ambas comparten la alegría de lo que han creado.
Algo nace en el acto de dar, y las dos personas involucradas se
sienten agradecidas a la vida que nace para ambas. En lo
que toca específicamente al amor, eso significa: el amor es un poder
que produce amor; la impotencia es la incapacidad de producir amor.
Marx ha expresado bellamente este pensamiento: «Supongamos,
al <i>hombre</i> como <i>hombre</i>,
y su relación con el mundo en su aspecto humano, y podremos
intercambiar amor sólo por amor, confianza por confianza, etc. Si se
quiere disfrutar del arte, se debe poseer una formación artística;
si se desea tener influencia sobre otra gente, se debe ser capaz de
ejercer una influencia estimulante y alentadora sobre la gente. Cada
una de nuestras relaciones con el hombre y con la naturaleza debe ser
una expresión definida de nuestra vida <i>real</i>,
<i>individual</i>,
correspondiente al objeto de nuestra voluntad. Si amamos sin producir
amor, es decir, si nuestro amor como tal no produce amor, si por
medio de una <i>expresión de vida</i>
como personas que amamos, no nos convertimos en <i>personas
amadas</i>, entonces nuestro amor es
impotente, es una desgracia».<br />
<br />
<b>Erich Fromm</b><br />
<b><i>"El arte de amar"</i></b>Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-52289168534227943492013-12-28T13:44:00.001-03:002013-12-28T13:44:16.852-03:00Un veintisiete de diciembre, un veinticuatro de octubre.Los nudos en el estómago no me dejan hablar; las lágrimas inundan mis mejillas y labios. Los recuerdos se suceden en infinitos torbellinos que arrasan con mi entereza, porque te veo ante mí, tan niña y frágil como lo has sido siempre, tan inconcebiblemente adulta, que me aterroriza imaginarte en nueve meses más. Dulce pequeña, las transformaciones que la vida trae para ti ahora son inimaginables, pero no puedo sino permanecer acá, junto a ti, en cada paso, cada lágrima, cada risa, como lo he intentado hacer desde que te vi por primera vez.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-51222142373945791062013-12-23T00:16:00.001-03:002013-12-23T00:17:55.623-03:0012<blockquote class="tr_bq">
Se miran, se presienten, se desean,<br />
se acarician, se besan, se desnudan,<br />
se respiran, se acuestan, se olfatean,<br />
se penetran, se chupan, se demudan,<br />
se adormecen, se despiertan, se iluminan,<br />
se codician, se palpan, se fascinan,<br />
se mastican, se gustan, se babean,<br />
se confunden, se acoplan, se disgregan,<br />
se aletargan, fallecen, se reintegran,<br />
se distienden, se enarcan, se menean,<br />
se retuercen, se estiran, se caldean,<br />
se estrangulan, se aprietan se estremecen,<br />
se tantean, se juntan, desfallecen,<br />
se repelen, se enervan, se apetecen,<br />
se acometen, se enlazan, se entrechocan,<br />
se agazapan, se apresan, se dislocan,<br />
se perforan, se incrustan, se acribillan,<br />
se remachan, se injertan, se atornillan,<br />
se desmayan, reviven, resplandecen,<br />
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,<br />
se derriten, se sueldan, se calcinan,<br />
se desgarran, se muerden, se asesinan,<br />
resucitan, se buscan, se refriegan,<br />
se rehuyen, se evaden y se entregan.</blockquote>
<b>Oliverio Girondo</b>Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-8201868438274744582013-11-01T12:54:00.000-03:002013-12-04T22:22:55.011-03:00DevueltasLogro comprender lo que tus ojos me intentaban decir, hoy, un año después. Los miedos que afloraban, porque ambos sabemos que era un duda insanable. Y me siento en tu silla, de frente a los mismos temores, luchando contra el juego pero cediendo en tus zapatos, transformándome en mi interioridad, volviéndome todo lo que odiaba. Y ahora debo solucionar mis propios dilemas sobre los años, el proyecto, el círculo, el temblor, la piel. Está en mis manos no repetir el error.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-59163459921444701992013-10-13T16:04:00.000-03:002013-12-04T12:51:27.044-03:00RejuvenecerMi cama sólo me sofoca a medida que van pasando los días, el calor va calando a pesar de la soledad; quiero descubrir las respuestas que dejaste inconclusas, las cuestiones sobre el sabor de tus palabras y el roce de tu piel, esas que te llevaste en una maleta de ilusiones, que cruzaron la cordillera y el desierto. Pero ante mis ojos van repitiéndose mil y un rostros que me niegan esta aventura; un cuerpo joven dotando de vigor al alma plagada de complejos que soy, mientras la culpa coquetea sin vergüenza conmigo.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-25139926206827486282013-10-12T00:03:00.003-03:002013-10-13T01:32:28.382-03:00Seré breve: sólo quiero que ella se aleje, sólo quiero que haya mares y mundos entre ustedes, sólo quiero continuar regocijándome en vuestra derrota, sólo quiero saberme entera frente a las fracciones de ti.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-12339998026843467002013-10-10T00:52:00.000-03:002013-10-10T00:54:13.816-03:00La regla rotaMis manos permanecen atadas a la pared, la humedad me recorre el cuerpo e intento no visualizar tu mirada dubitativa, incierta, pero flagrante de deseo. Las nubes saliendo de tu boca en medio de la frialdad penetrante de mi celda, delatan lo agitada de tu respiración, lo inminente de mi momentánea libertad y lo tortuoso de la posterior espera.<br />
<br />
Se sueltan las cadenas y sólo un roce de tus hábiles dedos contra mi piel desatan la tempestad de lujuria que se venía gestando mientras la oscuridad y la soledad me custodiaban; te atrapo entre mis piernas, mientras tu boca va negándome el aire, guiándome hacia la inconciencia.<br />
<br />
Y me pierdo: debajo tuyo, entre tu sexo y la desesperación de hacerlo mío, mientras la realidad nos oculta en los gritos circundantes. Los míos no son menos intensos y comienzo a preguntarme sobre la diferencia entre dolor y placer, si alguien, en ese pleno caos, repara en las embestidas que tu virilidad me propina, cual bofetada en mi rostro, cual puñetazo en mi torso.<br />
<br />
Tórrido y seductor, sangrando mi disfrute, envolviéndome en la perversión de tu cuerpo negando al mío, anulando mi entereza ante lo mundano de tu tacto, profundo, envolvente y diáfano. Sin otro camino más que la traición.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-5989955738448012832013-09-29T12:48:00.000-03:002013-12-04T12:48:28.779-03:00Bajando.siempre llego al mismo punto, ese momento en que es necesario pararse y mirar a los lados, decidir continuar el mismo camino o desviarse.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-81550459713270647252013-08-22T02:40:00.000-04:002013-09-27T00:06:18.550-03:00Los pecesAgosto tuvo 21, también frío y alboroto. Cada paso es algo bello, me enamoro; pero los peces no perdonan, entonces recuerdo el adiós, el tuyo y otros más por venir. No puedo decidir, suman y siguen las confusiones.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-87681691042548515992013-08-21T00:49:00.000-04:002013-08-22T00:50:33.339-04:00El cuerpo corre, el alma se atrasa, el corazón acelera, la mente se va.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-14159180657665661732013-07-22T02:54:00.000-04:002013-08-10T18:26:46.382-04:00La petite mortAún resisto: la reincidencia, la condena, la prisión.<br />
Porque no claudican mis ganas de acabarte,<br />
lentamente, alevosamente.<br />
Descubrir en tu muerte la redención,<br />
mi ebullición, y serenarme,<br />
desanudando mi mente,<br />
y mis sentidos.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-56889321201393705512013-06-24T23:53:00.001-04:002013-06-25T00:36:10.911-04:00Vivir el dolor.Vivimos en la conmoción de los sentidos, repletos de dolor negado, negándonos, siempre evitando la dureza de enfrentar el espejo y descubrir que las heridas que se sufren y duelen son las propias, porque tememos.<br />
<br />
Quiero llorar mis penas y sufrir mis dolores, con la misma intensidad que mi cuerpo disfruta del tacto: perdiendo mis sentidos, llegando al límite, serenándome. Llegar a ti, acabarte, revivir.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-62670454304988023362013-06-10T01:20:00.001-04:002013-06-25T00:31:40.732-04:00La Tregua (fragmentos), Mario Benedetti<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEha9R7LcLmSOyaCvWkxNuGlKJJi-epVL3PsyEA09cSuke4NXIWOttlZD9IzG5W1bMv4sl_L3u9ATUQ2hncA_Z8NwUQbvZdpHOFvqDYPiZUTf-4VI4Op5y1VNHCSgYAZ27THukaVI75pcPA/s1600/tumblr_ma2c9igWRq1r9p549o1_500.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEha9R7LcLmSOyaCvWkxNuGlKJJi-epVL3PsyEA09cSuke4NXIWOttlZD9IzG5W1bMv4sl_L3u9ATUQ2hncA_Z8NwUQbvZdpHOFvqDYPiZUTf-4VI4Op5y1VNHCSgYAZ27THukaVI75pcPA/s1600/tumblr_ma2c9igWRq1r9p549o1_500.jpg" /></a></div>
<i><br /></i>
<i>Domingo 16 de junio</i><br />
<blockquote class="tr_bq">
No me besó. Yo tampoco tomé la iniciativa. Su rostro estaba tenso, endurecido. De pronto, sin previo aviso, pareció que se añejaban todos sus resortes, como si hubiera renunciado a una máscara insoportable, y así como estaba, mirando hacia arriba, con la nuca apoyada en la puerta, empezó a llorar. Y no era el famoso llanto de felicidad. Era ese llanto que sobreviene cuando uno se siente opacamente desgraciado. Cuando alguien se siente brillantemente desgraciado, entonces sí vale la pena llorar con acompañamiento de temblores, convulsiones, y, sobre todo, con público. Pero, cuando además de desgraciado, uno se siente opaco, cuando no queda sitio para la rebeldía, el sacrificio o la heroicidad, entonces hay que llorar sin ruido, porque nadie puede ayudar y porque uno tiene conciencia de que eso pasa y al final se retoma el equilibrio, la normalidad. Así era el llanto de ella. En este rubro no me engaña nadie.</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
«¿Ya pasó todo?», pregunté. «Sí, pasó todo». Era mentira, pero ambos comprendimos que hacía bien en mentir.</blockquote>
<i>Domingo 23 de junio</i><br />
<div>
<blockquote class="tr_bq">
«La teoría de ella, la gran teoría de su vida, la que la mantiene en vigor es que la felicidad, la verdadera felicidad, es un estado mucho menos angélico y hasta bastante menos agradable de lo que uno tiende siempre a soñar. Ella dice que la gente acaba por lo general sintiéndose desgraciada, nada más que por haber creído que la felicidad era una permanente sensación de indefinible bienestar, de gozoso éxtasis, de festival perpetuo. No, dice ella, la felicidad es bastante menos (o quizá bastante más, pero de todos modos otra cosa) y es seguro que muchos de esos presuntos desgraciados son en realidad felices, pero no se dan cuenta, no lo admiten, porque ellos creen que están muy lejos del máximo bienestar. Es algo semejante a lo que pasa con los desilusionados de la Gruta Azul. La que ellos imaginaron es una gruta de hadas, no sabían bien cómo era, pero sí que era una gruta de hadas, en cambio llegan allí y se encuentran con que todo el milagro consiste en que uno mete las manos en el agua y se las ve levemente azules y luminosas.» Evidentemente, le agrada relatar las reflexiones de su madre. Creo que las dice como una convicción inalcanzable para ella, pero también como una convicción que ella quisiera fervientemente poseer. «Y vos, ¿cómo te sentís?», pregunté, «¿como si te vieras las manos levemente azules y luminosas?» La interrupción la trajo a la tierra, al momento especial que era este hoy. Dijo: «Todavía no las introduje en el agua», pero en seguida se sonrojó.</blockquote>
<div>
<i>Domingo 30 de junio</i></div>
</div>
<blockquote class="tr_bq">
Lo del viernes fue una cosa única, pero torrencial. Pasó todo tan rápido, tan natural, tan felizmente, que no pude tomar ni una sola anotación mental. Cuando se está en el foco mismo de la vida, es imposible reflexionar. Y yo quiero reflexionar, medir lo más aproximadamente posible esta cosa extraña que me está pasando, reconocer mis propias señales, compensar mi falta de juventud con mi exceso de conciencia. Y entre los detalles que quiero verificar está el tono de su voz, los matices de su voz, desde la extrema sinceridad hasta el ingenuo disimulo; está su cuerpo, al que virtualmente no vi, pero pude descubrir, porque preferí pagar deliberadamente ese precio con tal de sentir que se aflojaba la tensión, que sus nervios cedían la plaza a los sentidos; preferí que la oscuridad fuera realmente impenetrable, a prueba de toda rendija iluminada, con tal de que sus estremecimientos de vergüenza, de miedo, qué sé yo, se cambiaran paulatinamente, en otros estremecimientos, más tibios, más normales, más propios de la entrega. Hoy me dijo: «Estoy feliz de que todo haya pasado», y parecía, por el impulso de las palabras, por la luz de los ojos, que se estuviera refiriendo a un examen, a un parto, a un ataque, a cualquier cosa de mayor riesgo y responsabilidad que la simple, corriente, cotidiana operación de acostarse juntos un hombre y su mujer, mucho más simple, corriente y cotidiana que la de acostarse juntos un hombre y una mujer. «Hasta te diría que me siento sin culpa, limpia de pecado». Debo haber hecho un gesto de impaciencia, porque en seguida aclaró: «Yo sé que eso no lo podés entender, que es algo que no cabe en los muchos dedos de frente masculina. Para ustedes hacer el amor es una especie de trámite normal, de obligación casi higiénica, raras veces un asunto de conciencia. Es envidiable cómo pueden separar ese detalle que se llama sexo, de todo lo otro esencial, de todas las otras zonas de la vida. Ustedes mismos inventaron eso de que el sexo lo es todo en la mujer. Lo inventaron y después lo desfiguraron, lo convirtieron en una caricatura de lo que verdaderamente significa. Cuando lo dicen, piensan en la mujer como una gozadora vocacional, impenitente. El sexo es todo en la mujer, es decir la vida entera de la mujer, con sus afeites, con su arte de engañar, con su barniz de cultura, con sus lágrimas listas, con todo su equipo de seducciones para agradar al hombre y convertirlo en el proveedor de su vida sexual, de su exigencia sexual, de su rito sexual.» Estaba entusiasmada y hasta parecía enojada conmigo. Me miraba con una ironía tan segura, que parecía la depositaria de toda la dignidad femenina de este mundo. «¿Y nada de eso es cierto?», pregunté, nada más que para provocarla, porque quedaba muy linda en su actitud agresiva. «Algo de eso es cierto, a veces es cierto. Ya sé que hay mujeres que son eso y nada más. Pero hay otras, la mayoría, que no son eso, y otras más, que aunque lo sean, son además otra cosa, un ser humano complicado, egocéntrico, extremadamente sensible. Quizá sea cierto que el ego femenino sea sinónimo de sexo, pero hay que comprender que la mujer identifica el sexo con la conciencia. Allí puede estar la mayor culpa, la mejor felicidad, el problema más arduo. Para ustedes es tan diferente. Compará, si querés, el caso de una solterona y el de un solterón, que en apariencia podrían tomarse como prójimos afines, como dos frustrados paralelos. ¿Cuáles son las reacciones de una y otro?» Tomó aliento y siguió.<br />
«Mientras la solterona se vuelve malhumorada, cada vez menos femenina, maniática, histérica, incompleta, el solterón en cambio se vuelca hacia el exterior, se hace chispeante, ruidoso, viejo verde. Los dos padecen la soledad, pero para el solterón es sólo un problema de asistencia doméstica, de cama individual; para la solterona, la soledad es un mazazo en la nuca». Fue muy inoportuno de mi parte, pero en ese momento me reí. Ella se frenó en su discurso y me miró con curiosidad. «Me hace gracia oírte defender a las solteronas», dije. «Me gusta y me asombra, además, verte así de preocupada por formular tu teoría. Debés heredarlo de tu madre. Ella tiene su teoría de la felicidad; vos también tenés la tuya, una que quizá podría denominarse "De las vinculaciones entre el sexo y la conciencia en la mujer promedio". Pero ahora decíme, ¿de dónde sacaste que los hombres piensan de ese modo, de que fueron los hombres quienes inventaron esa saludable macana de que el sexo lo es todo en la mujer?» Puso cara de sentir vergüenza, de saberse acorralada: «Yo qué sé. Alguien me lo dijo. Yo no soy una erudita. Pero si no la inventó un hombre, merecería que la hubiera inventado». Ahora sí volvía a reconocerla, en esa salida de chiquilina que se ve descubierta y recurre a una vuelta de aparente ingenuidad sólo para hacerse disculpar. Después de todo, no me importan demasiado sus arranques feministas. En definitiva, todo había sido para explicarme por qué había dejado de sentirse culpable. Bueno, eso era lo importante, que no se creyera culpable, que aflojara la tensión, que se sintiera cómoda en mis brazos. Lo demás es adorno, justificación; puede y no puede estar, a mí me da lo mismo. Si a ella le gusta sentirse justificada, si ella convierte todo esto en un grave problema de conciencia, y quiere hablarlo, quiere que yo me haga cargo, que se lo escuche decir, bueno, entonces que lo diga y se lo escucho. Queda muy linda con los cachetes encendidos por el entusiasmo. Además, no es cierto que para mí no sea esto un asunto de conciencia. No sé en qué día lo escribí, pero estoy seguro de que dejé constancia de mis vacilaciones, y ¿qué es la vacilación sino un rodeo de la conciencia?</blockquote>
<i>Sábado 6 de julio</i><br />
<blockquote class="tr_bq">
Desde el dormitorio, ella me llamó. Se había levantado, así, envuelta en la frazada, y estaba junto a la ventana mirando llover. Me acerqué, yo también miré cómo llovía, no dijimos nada por un rato. De pronto tuve conciencia de que ese momento, de que esa rebanada de cotidianidad, era el grado máximo de bienestar, era la Dicha. Nunca había sido tan plenamente feliz como en ese momento, pero tenía la hiriente sensación de que nunca más volvería a serlo, por lo menos en ese grado, con esa intensidad. La cumbre es así, claro que es así. Además estoy seguro de que la cumbre es sólo un segundo, un breve segundo, un destello instantáneo, y no hay derecho a prórrogas. Allá abajo un perro trotaba sin prisa y con bozal, resignado a lo irremediable. De pronto se detuvo y obedeciendo a una rara inspiración levantó una pata, después siguió su trote tan sereno. Realmente, parecía que se había detenido a cerciorarse de que seguía lloviendo. Nos miramos a un tiempo y soltamos la risa. Me figuré que el hechizo se había roto, que la famosa cumbre había pasado... Pero ella estaba conmigo, podía sentirla, palparla, besarla. Podía decir simplemente: «Avellaneda». «Avellaneda» es, además, un mundo de palabras. Estoy aprendiendo a inyectarle cientos de significados y ella también aprende a conocerlos. Es un juego. De mañana digo: «Avellaneda», y significa: «Buenos días». (Hay un «Avellaneda» que es reproche, otro que es aviso, otro más que es disculpa). Pero ella me malentiende a propósito para hacerme rabiar. Cuando pronuncio el «Avellaneda» que significa:<br />
«Hagamos el amor», ella muy ufana contesta: «¿Te parece que me vaya ahora? ¡Es tan temprano!». Oh, los viejos tiempos en que Avellaneda era sólo un apellido, el apellido de la nueva auxiliar (sólo hace cinco meses que anoté: «La chica no parece tener muchas ganas de trabajar, pero al menos entiende lo que uno le explica»), la etiqueta para identificar a aquella personita de frente ancha y boca grande que me miraba con enorme respeto. Ahí está ahora, frente a mí, envuelta en su frazada. No me acuerdo cómo era cuando me parecía insignificante, inhibida, nada más que simpática. Sólo me acuerdo de cómo es ahora: una deliciosa mujercita que me atrae, que me alegra absurdamente el corazón, que me conquista. Parpadeé conscientemente, para que nada estorbara después. Entonces mi mirada la envolvió, mucho mejor que la frazada; en realidad, no era independiente de mi voz, que ya había empezado a decir: «Avellaneda». Y esta vez me entendió perfectamente.</blockquote>
<div>
<i>Martes 30 de julio</i></div>
<div>
<blockquote class="tr_bq">
Yo he cumplido con ellos. Les he dado instrucción, cuidado, cariño. Bueno, quizá en el tercer rubro he sido un poco avaro. Pero es que yo no puedo ser uno de esos tipos que andan siempre con el corazón en la mano. A mí me cuesta ser cariñoso, inclusive en la vida amorosa. Siempre doy menos de lo que tengo. Mi estilo de querer es ése, un poco reticente, reservado el máximo sólo para las grandes ocasiones. Quizá haya una razón y es que tengo la manía de los matices, de las gradaciones. De modo que si siempre estuviera expresando el máximo, ¿qué dejaría para esos momentos (hay cuatro o cinco en cada vida, en cada individuo) en que uno debe apelar al corazón en pleno? También siento un leve resquemor frente a lo cursi, y a mí lo cursi me parece justamente eso: andar siempre con el corazón en la mano. Al que llora todos los días, ¿qué le queda por hacer cuando le toque un gran dolor, un dolor para el cual sean necesarias las máximas defensas? Siempre puede matarse, pero eso, después de todo, no deja de ser una pobre solución. Quiero decir que es más bien imposible vivir en crisis permanente, fabricándose una impresionabilidad que lo sumerja a uno (una especie de baño diario) en pequeñas agonías. Las buenas señoras dicen, con su habitual sentido de la economía psicológica, que no van al cine a ver películas tristes porque «bastante amarga es la vida». Y tienen algo de razón: bastante amarga es la vida como para que, además, nos pongamos plañideros o mimosos o histéricos, sólo porque algo se puso en nuestro camino y no nos deja proseguir nuestra excursión hacia la dicha, que a veces está al lado del desatino.</blockquote>
</div>
<div>
<i>Domingo 25 de agosto</i></div>
<div>
<blockquote class="tr_bq">
«Relacionadas con los sentimientos hay una serie de zonas vecinas, afines, fáciles de confundir. El amor, la confianza, la piedad, la camaradería, la ternura; yo no sé nunca en cuál de esas zonas tienen lugar las relaciones de papá y mamá. Es algo muy difícil de definir y no creo que ellos mismos lo hayan definido. En alguna ocasión he rozado el tema en conversaciones con mamá. Ella cree que hay demasiada serenidad en su unión con mi padre, demasiado equilibrio como para que exista efectivamente amor. Esa serenidad, ese equilibrio, a los que también puede llamarse falta de pasión, habrían sido quizá insoportables si ellos hubieran tenido algo que reprocharse. Pero no hay reproches ni motivos de reproches. Se saben buenos, honestos, generosos. Saben también que todo eso, aun siendo tan magnífico como es, no significa todavía el amor, ni significa que se quemen en ese fuego. No se queman, y eso que los une dura más aún». «¿Y qué pasa contigo y conmigo? ¿Nos estamos quemando?», pregunté, pero en ese preciso instante estaba distraída, y su mirada también parecía la de alguien sorprendido por el mundo, por el mero hecho de encontrarse en él.</blockquote>
</div>
<div>
<i>Martes 27 de agosto</i></div>
<blockquote class="tr_bq">
Debe ser magnífico trabajar siempre con caras nuevas, hablar libremente con un tipo que hoy llega, pide un café, y nunca más volverá por aquí. La gente es formidable, entretenida, potencial. Debe ser fabuloso trabajar con la gente en vez de trabajar con números, con libros, con planillas. Aunque yo viajara, aunque me fuera de aquí y tuviera oportunidad de sorprenderme con paisajes, monumentos, caminos, obras de arte, nada me fascinaría tanto como la gente, como ver pasar a la gente y escudriñar sus rosarios, reconocer aquí y allá gestos de felicidad y de amargura, ver cómo se precipitan hacia sus destinos, en insaciada turbulencia, con espléndido apuro, y darme cuenta de cómo avanzan, inconscientes de su brevedad, de su insignificancia, de su vida sin reservas, sin sentirse jamás acorralados, sin admitir que están acorralados.</blockquote>
<div>
<i>Jueves 12 de setiembre</i></div>
<div>
<blockquote class="tr_bq">
Diego es un preocupado y, merced a su influencia, Blanca se está convirtiendo en otra preocupada. Esta noche hablé largamente con ambos. Su preocupación es el país, su propia generación, y, en el fondo de ambas abstracciones, su preocupación se llama Ellos Mismos. Diego quiere hacer algo rebelde, positivo, estimulante, renovador; no sabe bien qué. Hasta ahora lo que siente con la máxima intensidad es un inconformismo agresivo, en el cual falta todavía un poco de coherencia. Le parece funesta la apatía de nuestra gente, su carencia de impulso social, su democrática tolerancia hacia el fraude, su reacción guaranga e inocua ante la mistificación. Le parece espantoso, por ejemplo, que exista un matutino con diecisiete editorialistas que escriben como un hobby, diecisiete rentistas que desde un bungalow de Punta del Este claman contra la horrible plaga del descanso, diecisiete pitucosque usan toda su inteligencia, toda su lucidez, para henchir de habilidosa convicción un tema en que no creen, una diatriba que en el fondo de sí mismos consideran injusta. Le subleva que las izquierdas sobrelleven, sin disimularlo mucho, un fondo de aburguesado acomodo, de rígidos ideales, de módico camanduleo. «¿Usted ve alguna salida?», pregunta y vuelve a preguntar, con franca, provocativa ansiedad. «Lo que es yo, por mi parte, no la veo. Hay gente que entiende lo que está pasando, que cree que es absurdo lo que está pasando, pero se limitan a lamentarlo. Falta pasión, ése es el secreto de este gran globo democrático en que nos hemos convertido. Durante varios lustros hemos sido serenos, objetivos, pero la objetividad es inofensiva, no sirve para cambiar el mundo, ni siquiera para cambiar un país de bolsillo como éste. Hace faltapasión, y pasión gritada, o pensada a los gritos, o escrita a los gritos. Hay que gritarle en el oído a la gente, ya que su aparente sordera es una especie de autodefensa, de cobarde y malsana autodefensa. Hay que lograr que se despierte en los demás la vergüenza de sí mismos, que se sustituya en ellos la autodefensa por el autoasco. El día en que el uruguayo sienta asco de su propia pasividad, ese día se convertirá en algo útil.»</blockquote>
<div>
<i>Domingo 15 de setiembre</i></div>
<div>
<blockquote class="tr_bq">
Ella se ríe. Yo le pregunto: «¿Te das cuenta de lo que significan cincuenta años?», y ella se ríe. Pero quizá en el fondo se dé cuenta de todo y vaya depositando muy diversas cosas en los platillos de la balanza. Sin embargo, es buena y no me dice nada. No menciona que llegará un instante inevitable en que yo la miraré sin sexo, en que su mano en mi mano no será un choque eléctrico, en que yo conservaré por ella el suave cariño que se tiene por las sobrinas, por las hijas de los amigos, por las más remotas actrices de cine, un cariño que es una suerte de decoración mental pero que no puede herir ni ser herido, no puede provocar cicatrices ni apurar el corazón, un cariño manso, apacible, inocuo, que parece un adelanto del monótono amor de Dios. Entonces la miraré y no podré sentir celos, porque habrá pasado la época de las tormentas. Cuando en el cielo despejado de la setentena aparece una nube, ya se sabe que es la nube de la muerte. Ésta debe ser la frase más cursi, más ridícula, que he dejado caer en la libreta. La más verdadera, quizá. ¿Por qué será que lo verdadero es siempre un poco cursi? Los pensamientos sirven para edificar lo digno sin excusa, lo estoico sin claudicación, el equilibrio sin reservas, pero las excusas, las claudicaciones, las reservas, están agazapadas en la realidad, y cuando allí llegamos, nos desarman, nos aflojan. Cuanto más dignos sean los propósitos a cumplir, más ridículos parecen los propósitos incumplidos. La miraré y no podré sentir celos de nadie; sólo celos de mí mismo, celos de este individuo de hoy que siente celos de todos. Salí con Avellaneda y mis cincuenta años, la paseé y los paseé a lo largo de Dieciocho. Quise que me vieran con ella.</blockquote>
</div>
<div style="font-style: italic;">
Lunes 23 de setiembre</div>
</div>
<div>
<blockquote class="tr_bq">
Dios mío. Dios mío. Dios mío. Dios mío. Dios mío. Dios mío. Dios mío.</blockquote>
<div style="font-style: italic;">
Viernes 17 de enero</div>
</div>
<div>
<blockquote class="tr_bq">
«Murió. Avellaneda murió», porque <i>murió</i> es la palabra, <i>murió</i> es el derrumbe de la vida, <i>murió</i> viene de adentro, trae la verdadera respiración del dolor, <i>murió</i> es la desesperación, la nada frígida y total, el abismo sencillo, el abismo. Entonces, cuando moví los labios para decir «Murió», entonces vi mi inmunda soledad, eso que había quedado de mí, que era bien poco. Con todo el egoísmo de que disponía, pensé en mí mismo, en el remendado ansioso que ahora pasaba a ser. Pero ésa era, a la vez, la forma más generosa de pensar en ella, la más total de imaginarla a ella. Porque hasta el 23 de setiembre, a las tres de la tarde, yo tenía mucho más de Avellaneda que de mí. Ella había empezado a entrar en mí, a convertirse en mí, como un río que se mezcla demasiado con el mar y al fin se vuelve salado como el mar. Por eso, cuando movía los labios y decía: «Murió», me sentía atravesado, despojado, vacío, sin mérito. Alguien había venido y había decretado: «Despójenlo a este tipo de cuatro quintas partes de su ser». Y me habían despojado. Lo peor de todo es que ese saldo que ahora soy, esa quinta parte de mí mismo en que me he convertido, sigue teniendo conciencia, sin embargo, de su poquedad, de su insignificancia. Me ha quedado una quinta parte de mis buenos propósitos, de mis buenos proyectos, de mis buenas intenciones, pero la quinta parte que me ha quedado de mi lucidez alcanza para darme cuenta de que eso no sirve. La cosa se acabó, sencillamente. No quise ir a su casa, no quise verla muerta, porque era una indecorosa desventaja. Que yo la viera y ella no. Que yo la tocara y ella no. Que yo viviera y ella no. Ella es otra cosa, es el último día, allí puedo tratarla de igual a igual. Es ella bajándose del taxi, con el remedio que yo le había comprado, es ella caminando unos pasos y dándose vuelta para dedicarme un gesto. El último, el último, el último gesto. Lloro y me aferro a él. Aquel día escribí que en ese instante tuve la seguridad de que entre ella y yo existía una comunicación. Pero la seguridad existía mientras ella existía. Ahora mis labios se mueven para decir: «Murió. Avellaneda murió», y la seguridad está extenuada, la seguridad es una cosa impúdica, indecorosa, que nada tiene que hacer aquí. Volví a la oficina, claro, a que los comentarios me atravesaran, me pudrieran, me hartaran. «Me dijo la prima que era una gripe vulgar y silvestre, y de repente, ¡páfate!, le falló el corazón». Me integré otra vez en el trabajo, resolví asuntos, evacué consultas, redacté informes. Soy verdaderamente un funcionario ejemplar. A veces se me acercan Muñoz o Robledo o el mismo Santini, y tratan de iniciar una charla evocativa con prolegómenos de este tipo: «Pensar que este trabajo lo hacía Avellaneda», «Mire, jefe, esta anotación es de Avellaneda». Yo entonces desvío los ojos y digo: «Bueno, está bien, hay que seguir viviendo». Los puntos que gané el 23 de setiembre, los he perdido con creces. Sé que murmuran que soy un egoísta, un indiferente, que la desgracia ajena no me roza. No importa que murmuren. Ellos están fuera. Fuera de ese mundo en que estuvimos Avellaneda y yo. Fuera de ese mundo en que ahora estoy yo, solo como un héroe, pero sin ninguna razón para sentir coraje.</blockquote>
</div>
<div>
<i>Lunes 3 de febrero</i></div>
<div>
<blockquote class="tr_bq">
Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor.</blockquote>
<div>
<i>Jueves 13 de febrero</i></div>
</div>
<div>
<blockquote class="tr_bq">
De pronto me di vuelta hacia un costado (en realidad, ella me fue dando vuelta con la excusa de ir colocando alfileres y hacer marcas de tiza) y quedé frente a una fotografía de Avellaneda que no estaba el jueves pasado. El golpe fue demasiado repentino, demasiado brutal. La madre me estaba observando y sus ojos tomaron buena nota de mi pobre estupor. Entonces depositó sobre la mesa los alfileres sobrantes y la tiza, y sonrió tristemente, ya segura, antes de preguntarme: «Usted... ¿es?». Entre la primera y la segunda palabra hubo un espacio en blanco de dos o tres segundos, pero ese silencio bastó para convertir la pregunta en algo transparente. Era obligatorio responder. Y respondí, sin decir palabra; con la cabeza, con los ojos, con todo mi ser dije que sí. La madre de Avellaneda apoyó una mano en mi brazo, en el brazo todavía sin manga que emergía de aquel inhábil proyecto de hilvanes. Después me quitó lentamente el saco, lo depositó sobre el maniquí. Qué bien le quedaba. «Usted quiere saber, ¿verdad?» Yo estaba seguro de que no me miraba con rencor, ni vergüenza, ni nada que no fuera una exhausta, sufrida piedad. «Usted la conoció, usted la quería, y estará atormentado. Yo sé cómo se siente. Siente que su corazón es una cosa enorme que empieza en el estómago y acaba en la garganta. Se siente desgraciado, y feliz de sentirse desgraciado. Yo sé qué horrible es eso». Hablaba como si se hubiera reencontrado con un antiguo confidente, pero también hablaba con algo más que su dolor actual. «Hace veinte años se me murió alguien. Alguien que era todo. Pero no se murió con esta muerte. Simplemente, se fue. Del país, de mi vida, sobre todo de mi vida. Es peor esa muerte, se lo aseguro. Porque fui yo quien pedí que se fuera, y hasta ahora nunca me lo perdoné. Es peor esa muerte, porque una queda aprisionada en el propio pasado, destruida por el propio sacrificio». Se pasó una mano por la nuca y yo pensé que iba a decir: «No sé por qué le cuento a usted estas cosas». Pero en cambio agregó: «Laura era lo último que me quedaba de él. Por eso siento otra vez que el corazón es una cosa enorme que empieza en el estómago y acaba en la garganta. Por eso sé lo que usted está pasando». Acercó una silla y se sentó extenuada. Yo pregunté: «Y ella, ¿qué sabía de eso?». «Nada», dijo. «Laura no sabía absolutamente nada. Yo soy la única dueña de mi historia. Pobre orgullo, ¿verdad?» De pronto me acordé: «¿Y su teoría de la felicidad?». Sonrió, casi indefensa: «¿También le contó eso? Fue una hermosa mentira, un cuento de hadas para que mi hija no perdiera pie, para que mi hija se sintiera vivir. Fue el mejor regalo que le hice. Pobrecita». Lloraba con los ojos en alto, sin pasarse las manos por la cara, lloraba con orgullo. «Pero usted quiere saber», dijo. Entonces me contó los últimos días, las últimas palabras, los últimos momentos de Avellaneda. Pero eso nunca será anotado. Eso es Mío, incorruptiblemente Mío. Eso estará esperándome en la noche, en todas las noches, para cuando yo retome el hilo de mi insomnio, y diga: «Amor».</blockquote>
</div>
<div>
<i>Domingo 16 de febrero</i></div>
<div>
<blockquote class="tr_bq">
«Muchas veces pensé que ella no había heredado ni un solo rasgo mío. ¿Usted le encuentra algo?» Un aire general, mentí. «Puede ser. Pero en el alma sí era como yo. Mejor dicho, como fui yo. Porque ahora me siento vencido, y cuando uno se deja vencer, se va deformando, se va convirtiendo en una grosera parodia de sí mismo. Mire, esta muerte de mi hija fue una mala jugada. Del destino o del médico, no sé bien. Pero estoy seguro de que fue una mala jugada. Si usted la hubiera conocido, se daría cuenta de lo que quiero decirle». Yo pestañeé unas diez veces seguidas, pero él no ponía atención. «Sólo en una mala jugada se puede liquidar a una muchacha así. Era (¿cómo puedo explicarle?) un ser limpio y a la vez intenso y a la vez pudoroso de su intensidad. Era un encanto. Yo siempre estuve convencido de que no merecía esa hija. La madre sí la merecía, porque Rosa es un carácter, Rosa es capaz de enfrentarse con el mundo. Pero a mí me falta decisión, me falta estar seguro. ¿Usted ha pensado alguna vez en el suicidio? Yo sí. Pero nunca podré. Y eso también es una carencia. Porque yo tengo todo el cuadro mental y moral del suicida, menos la fuerza que se precisa para meterse un tiro en la sien. Tal vez el secreto resida en que mi cerebro tiene algunas necesidades propias del corazón, y mi corazón algunas exquisiteces propias del cerebro». Otra vez se quedó inmóvil, esta vez con la plancha en alto, mirando la foto. «Fíjese en los ojos. Fíjese cómo siguen mirando, por sobre la costumbre, por sobre su muerte. Si hasta parece que lo miran a usted». La frase quedó sola. Yo quedé sin aliento. Él se quedó sin tema. «Bueno, ya está, dijo doblando cuidadosamente el pantalón, es una buena tela peinada. Mire qué bien se plancha».</blockquote>
</div>
<div>
<i>Domingo 23 de febrero</i></div>
<div>
<blockquote class="tr_bq">
Hoy, después de cuatro meses, estuve en el apartamento. Abrí el ropero. Estaba su perfume. Eso qué importa. Lo que importa es su ausencia. En algunas ocasiones, no puedo captar los matices que separan la inercia de la desesperación.</blockquote>
</div>
<div>
<div>
<i>Lunes 24 de febrero</i></div>
<blockquote class="tr_bq">
Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro. Es evidente que me concedió una tregua. Al principio, me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí con todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era sólo una tregua. Ahora estoy otra vez metido en mi destino. Y es más oscuro que antes, mucho más.</blockquote>
</div>
<div>
<div>
<i>Martes 25 de febrero</i></div>
<blockquote class="tr_bq">
A partir del primero de marzo, no llevaré más esta libreta. El mundo ha perdido su interés. No seré yo quien registre ese hecho. Y hay un solo tema del que podría escribir. Pero no quiero.</blockquote>
<div>
<i>Miércoles 26 de febrero</i></div>
<blockquote class="tr_bq">
Cómo la necesito. Dios había sido mi más importante carencia. Pero a ella la necesito más que a Dios.</blockquote>
</div>
Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-50851381445470257162013-06-09T18:24:00.000-04:002013-08-10T18:25:05.662-04:00Las ausencias que dejan.Los padres ausentes, el amor presente.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-56526238879627644012013-06-09T18:02:00.001-04:002013-06-25T00:35:50.859-04:00humoparavolar<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
cuan extraño es flotar, que tus sentidos cambien, ver todo flúor, incandescente, sentir una infinidad de ganas de explotar.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-71476732011507191382013-06-07T01:11:00.000-04:002013-07-22T01:42:20.372-04:00explícito explícitamenteNada de sobre-interpretar. Me la he pasado gran parte de mi vida viendo bajo el agua, encontrando preguntas donde no las hay, viendo más allá de lo meramente hecho. Los impulsos no conllevan una reflexión mayor y todos hemos actuado impulsivamente, y esa será la consigna: sólo ver acción irreflexiva, no cuestionarme el sentido-mentado, porque en ese ir y venir de significaciones otorgadas, construyo comprensiones que se escapan de lo que puedo sobrellevar.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-39995617849026072542013-06-06T00:40:00.000-04:002013-06-06T00:40:11.877-04:00...Cuando se vuelve necesario "hacer desaparecer" para olvidar. Esconder, ocultar, negar. Y claramente no olvidas, ni superas, sólo suspendes y archivas el dolor, y ni el tiempo logra transmutarlo mientras no lo enfrentes. Pero es difícil, no quiero torturarme más.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-83282445025900992662013-05-05T23:30:00.000-04:002013-05-09T12:46:08.670-04:00Que alguien me explique por qué.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-71772706196097670492013-04-09T19:14:00.000-03:002013-04-28T20:08:22.649-04:00Continuidades y rupturas en la temporalidad.Desde la cama me renové, el atado de miedos y aprehensiones que sentía se fueron enredando en las sábanas, entre mis piernas, hasta mis ojos, mi boca, mis manos. Estallé, luego olvidé lo que me había llevado hasta ese instante, y también los detalles; éramos la conjunción, el techo, yo; la seriedad de la muerte, tan divina y terrenal, el cenit.<br />
<br />
Y me transformé; sin dudas, sin certezas, avancé. Quebré mis esquemas, jugué al desapego y gané.<br />
<br />
Pero no nos confundamos: inundas ambas vertientes, pero tus adverbios cambian según cambio yo, aun cuando sigo definiéndote intensamente. Tampoco me engaño, la idea de ceder mis descubrimientos es más que un quizás si de ti se trata, pero no me desvivo, sólo vivo.<br />
<br />
Así me puedo parar frente a ti, sin más que una pregunta: nos volveremos a encontrar? Mi cuerpo y tu abrazo eterno, mis labios y tu beso sediento, mis ojos y tu mirada indescifrable.<br />
<br />
Te sigo queriendo como más que un quizás y mientras nos deshacemos de los nudos, he de esperar hasta que llegue el momento perfecto, que seas libre, que seas feliz. Decidí no jugar más por ti, esperando por ti.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-17552186404995002912013-04-07T23:35:00.001-03:002013-04-07T23:42:21.197-03:00"La noche en que te amé"Amanecí desnuda sin recordar<br />
que había pasado esta noche,<br />
te vi a mi lado dormido,<br />
me nació el deseo de besarte.<br />
Moje mis labios con mi lengua,<br />
noté el sabor de tu cuerpo,<br />
mis manos acariciaron tus cejas,<br />
te despertaste al momento.<br />
<br />
¿Qué ha pasado esta noche?<br />
¿Qué habré hecho contigo?<br />
¿Descubriste hoy la puta en mí?<br />
¿Descubriste qué no soy quien fui?<br />
<br />
Calmaste mis nervios con un beso,<br />
cerraste los ojos, seguiste durmiendo,<br />
cansada, agotada, me dormí otra vez,<br />
no hice nada, nada malo.<br />
<br />
<b>Yael Mtz</b>Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-87325682568290336362013-03-30T14:30:00.000-03:002013-04-07T20:09:58.364-03:00Camino.Un ovillo gigante de sucesos, amarras libres y otras entrelazadas. Ya pasó un año desde que el agua me obligara a parar mi camino y mis fundamentos comenzaran a transformarse; ahora soy más precavida, también intento tomarme la vida con más calma, sin tormentas. Y para llegar a eso tuve que atormentarme, creer y convencerme que lo estaba haciendo bien, que no estaba pisando sobre fuego, que no estaba cegándome de nuevo, mientras daba pasos apasionadamente en falso.<br />
<br />
Igualmente me cuestiono la idea de "la verdad ante todo", creo que en realidad las personas no son concientes de esa opción y tampoco están dispuestos a enfrentarla, como dicen; creo que verdaderamente nos da terror la verdad.<br />
<br />
Todavía no sé si estoy haciendo las cosas bien, recién estoy curada, aunque sinceramente nunca debamos perderle el respeto al dolor. No quiero escupir al cielo, pero ciertamente mis certezas hoy se hacen acompañar de hechos... Siempre me ha costado cerrar los procesos, me desvivo buscando explicaciones, responsabilidades, salidas, soluciones; sin embargo, reabrir me parece más difícil aún, diría que se vuelve racionalmente imposible y afectivamente limitado. Cambiar las cosas no merecemos, cada uno es como las circunstancias lo pidieron, como la vida nos dio, llegamos y nos fuimos en los momentos más que justos.<br />
<br />
Verdaderamente hubiera querido sentir que esto era efectivamente posible y querible, pero no estábamos para eso y ya no lo estaremos; ya dimos muchos pasos al costado. Merecemos algo más fuerte que intenso, un soporte, no una mecha.<br />
<br />
Hasta anoche tenía aún muchas preguntas, pero el siempre bienvenido 29 hizo valer su experiencia. Tiene mucha razón, escribir no parece haber sido una decisión oportuna, creo que debería cambiar esos rituales. También es posible que no estés del todo convencido, pero ya para eso nada hay que decir, sólo hacer. Un gusto.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2011893280062230548.post-84762125900298613072013-03-25T00:59:00.000-03:002013-03-25T00:59:56.976-03:00la inflexión.Y lo que me faltaba llegó: una sonrisa, brazos, complicidad. Hasta ese momento aún me dolía el pasado, todavía me frenaba, y en menos de veinticuatro horas todas mis aprehensiones se esfumaron. No sé si es meramente el peso del otro, de cualquier otro, ya que la indistinción no es precisamente su virtud, pero tampoco me alborota. Me siento absolutamente mesurada, sin grandes anhelos, sin grandes decepciones; tal vez monótona, tal vez sólo realista. Y luego se precipitó la prueba, pero, como fuese una constante tras el quiebre, no sentí nada, tristemente nada. Triste digo, porque al fin y al cabo la intensidad de mi querer se perdió en una sombra, una inexistencia; mis lágrimas no tienen asidero, remitente, horizonte. Extraño. Tal vez qué es.Nicolehttp://www.blogger.com/profile/01419226360670933540noreply@blogger.com0