La mujer de sus sueños llegó sin más anuncio que su sola presencia frágil y cálida, a veces algo alborotada y ruda; su personalidad logró acallar el gigante grito de su corazón que clamaba por un poco atención y amor, tal vez dulzura y otro poco de decisión.Ella llegó a serenar su furia e incertidumbre, le dió calma y estabilidad, aunque a veces sólo lo lograba luego de algunas horas de juerga. Él se dejó envolver por el aroma que despedía su cabello, la suavidad de sus piernas y la tranquilidad de sus besos; olvidó así sus desepciones anteriores. El amor al fin le dió una oportunidad.
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