Cuando venía caminando sola, decidí que me iría en auto. Me subí y comencé a verte ahí, recostado y durmiendo, mientras yo acariciaba tu rostro tranquilo y pensé en lo absurdo que es el tiempo, pensé en regresar y quedarme mucho tiempo más, sentarme nuevamente junto a tí y escribirte, todo lo que sentía en ese momento, mientras dormías.
Pero, no lo hice porque no quise despertarte. Pensé: Ya habrá tiempo u otro momento para escribir; pero luego me arrepentí. No sé, pero siempre haces surgir ante mí esa ambigüedad de querer hacer y a veces sentir que es mejor no joder.
Quizás verte indefenso, durmiendo, me hizo bajar la típica nostalgia de tenerte ahí a centímetros mío y a veces no lo creo. No sé cómo llegaste a mis brazos, cariño mío; no sé en qué momento mi corazón le ganó a mi razón; no sé porqué todo volvió.
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