Cuando oía la verdad, el dulce aroma de los 16 años llegó a mi nariz. Abrazos repletos de rockandroll, gritos exceltos de euforia, noches atiborradas de juerga, un par de momentos de miedo también... La adrenalina era nuestra ley, la mesura, un insulto y la duda, una cobardía... sentíamos el ímpetu de mil caballos, el mundo a nuestros pies, las puertas abiertas hacia la libertad.
Todo era posible, todo era nuestro. Todo. Y hoy qué?
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