No puedo dejar que comience un nuevo año sin escribirte y decantar así todo lo que ha pasado. Es extraño, fue un año muy extraño, repleto de momentos difíciles y de vueltas que finalmente me hacen decir hoy que "estoy bien".
Si no hubieras llegado, difícilmente hoy mi balance sería el mismo. Sabes perfectamente que significaste mucho, un mundo nuevo por conocer y una infinidad de nuevas posibilidades; rompiste esquemas en mi vida y me hiciste enfrentar temores. Fuiste el elemento que condensó todo mi proceso de crecimiento, y hoy cuesta no decir gracias, por las caricias, por los besos, por las risas, por las discusiones, por las lágrimas. Gracias por invitarme a creer, por invitarme a ver que es posible ser algo más que un Yo: ser un Nosotros.
Quizás por eso duele tanto el fracaso, al sentir que los proyectos y las esperanzas se vuelven arena en las manos. Creo que la frustración siempre permanece y el tiempo la hace llevadera, por eso hoy trato de hacer llevadera mi frustración.
Aún me duele, eres como un sueño truncado. Sin embargo, es extraño, porque cuando ahora te veo, no veo lo mismo; tu máscara me impide verte como antes y siento que esto se lo escribo a otro, no con quien estuve ayer, sino el que estuvo conmigo sufriendo y llorando en el sillón de mi casa, o en una banca de ese parque.
Y mi propia máscara no muestra que a veces quisiera que fuera todo como antes, porque yo creía en nosotros, creía en el mundo que podíamos construir juntos. Y así, desde ti, hoy no veo más que "acompañantes" en el mundo, queriendo un "compañero".
Entonces, te vuelvo a dar las gracias, "muchas gracias, fui feliz", muy feliz contigo; y hoy no me quejo, la vida me ha hecho un ser profundamente conciente de que el fracaso nos fortalece, y tú fuiste la causa y la razón de mucho de lo que hoy soy.
Te quiero.
01/01/2013
14:05
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