sábado, 30 de marzo de 2013

Camino.

Un ovillo gigante de sucesos, amarras libres y otras entrelazadas. Ya pasó un año desde que el agua me obligara a parar mi camino y mis fundamentos comenzaran a transformarse; ahora soy más precavida, también intento tomarme la vida con más calma, sin tormentas. Y para llegar a eso tuve que atormentarme, creer y convencerme que lo estaba haciendo bien, que no estaba pisando sobre fuego, que no estaba cegándome de nuevo, mientras daba pasos apasionadamente en falso.

Igualmente me cuestiono la idea de "la verdad ante todo", creo que en realidad las personas no son concientes de esa opción y tampoco están dispuestos a enfrentarla, como dicen; creo que verdaderamente nos da terror la verdad.

Todavía no sé si estoy haciendo las cosas bien, recién estoy curada, aunque sinceramente nunca debamos perderle el respeto al dolor. No quiero escupir al cielo, pero ciertamente mis certezas hoy se hacen acompañar de hechos... Siempre me ha costado cerrar los procesos, me desvivo buscando explicaciones, responsabilidades, salidas, soluciones; sin embargo, reabrir me parece más difícil aún, diría que se vuelve racionalmente imposible y afectivamente limitado. Cambiar las cosas no merecemos, cada uno es como las circunstancias lo pidieron, como la vida nos dio, llegamos y nos fuimos en los momentos más que justos.

Verdaderamente hubiera querido sentir que esto era efectivamente posible y querible, pero no estábamos para eso y ya no lo estaremos; ya dimos muchos pasos al costado. Merecemos algo más fuerte que intenso, un soporte, no una mecha.

Hasta anoche tenía aún muchas preguntas, pero el siempre bienvenido 29 hizo valer su experiencia. Tiene mucha razón, escribir no parece haber sido una decisión oportuna, creo que debería cambiar esos rituales. También es posible que no estés del todo convencido, pero ya para eso nada hay que decir, sólo hacer. Un gusto.

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