domingo, 25 de septiembre de 2011

Elegí rutina.


Aún las páginas de mis libros se encuentran varadas, amontonadas sobre un escritorio repleto de polvo. 4 meses: eternos y cortos, rebosantes de anhelos, luchas y realidades; sin embargo ya no son suficientes, ya nada lo es. Cada segundo se vuelve uno más de una suma interminable, cuya muralla se vislumbra más allá del horizonte... o a la vuelta de la esquina.

Tiempo aprovechado, muerto, compartido, disfrutado, desesperanzado. Bocas rotas y dolorosas, ánimos exorbitantes, agotamiento, búsquedas inagotables, vaivenes acostumbrados pero que sobrepasaron la paciencia.

Lugares desconocidos, al otro lado del mar, fueron mi escape, mi excusa. Hoy lo es la hora después de mi casa, el dinero y la familia. Algo de cierto tienen, son mi necesaria rutinización.

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