Hay días en que te extraño más, te veo en las micros y calles de mi vida, aún con tu risa irónica y realismo material absoluto. Te veo pasar y abrazarme fuerte y rudo, tal como eres.
Pero no estás. Ni en mis pasajes, ni recurrencias. Y luego me pregunto por qué es para ti esto, habiéndote llevado algo más rígido contigo, y ahí recuerdo lo increíble que puede ser la decepción, la incomensurabilidad de su impacto, peor que el engaño o el odio. Duele...
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