El buen-ánimo no abunda por estos días, la cama se ha vuelto mi permanente compañera y la frustración se agolpa en mis ojos, tratando de salir. El mes pasa, las heridas no sanan. Creo que nunca había escrito tan literalmente; siempre toda vivencia la he vinculado al cuerpo, hoy mi problema es él.
Es temporal, lo sé, pero ¿qué tanto? ¿cuánto tiempo más?
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