Es obvio que la inalterabilidad no es una opción, pero siempre la anhelamos, las expectativas inundan nuestra realidad. 19, 23, 31 veces: tu cara se sucede una y otra vez, intento no verla, evito pensarla y mis ojos me traicionan. Te veo venir, pasar, saltar, reír, soñar.
Don de cera quemada. Me debato entre el auto-convencimiento de mi carencia de sensualidad y tu notable desinterés, frente a la realidad pasional que posee la colectividad. Lo uno y lo otro, quizás algo más. Y me pregunto si sería más fácil antes de las tres.
Tu ventana abierta, espero a que se abra la puerta. Todo ese humo no hace más que potenciar cualquier afán acaparador que te es ajeno, un misterio que se crea en torno a ti: silencios, risas suspicaces, susurros ocultos.
Finalmente el kilometraje dejó de aumentar y mis sentimientos se estancaron. Mi obsesión permanente, el capricho constante, el ego doliente, nuestra inmadurez. Chaito, mejor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario