Tengo la manía o de esperar que las cosas cumplan su plazo, quizás por flojera o tal vez por el romanticismo de que todo marchará como reloj.
Hago la hora, espero que sean las 12:30, espero un llamado que me resolverá las dudas sobre el auto, las compras y qué hacer mañana. Será un largo día, hoy y mañana, realizando mil trámites y postergando lo ineludible, lo realmente importante. Es necesario volver a la eficiencia.
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